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Trabajos científicos en el mundo académico
1. El trabajo científico
Un trabajo científico es un discurso, por lo común escrito, concebido para transmitir conocimientos en el ámbito académico. En términos estrictos, supone la aplicación rigurosa de un método científicamente establecido y se asocia a largas tareas de investigación que son presentadas ante el tribunal evaluador de una institución o revista científica. En términos más generales, es la presentación que realiza un estudiante, tesista o investigador a fin de demostrar competencias en un área del conocimiento y de persuadir a un determinado receptor (docente, comité, jurado, entidad científica, etc.) de que cuenta con el entendimiento y la capacidad reflexiva suficientes dado el nivel académico en que se sitúa.
Entre otros trabajos de menor relevancia, se cuentan las monografías, los ensayos, las ponencias, los resúmenes y reseñas, los trabajos de integración final (TIF), las tesinas y las tesis, los planes de marketing, de negocio y de comunicación, las investigaciones por encuestas, los papers o artículos con y sin referato, y los proyectos e informes de investigación. Estos tipos discursivos se distinguen de los textos literarios o de ficción, pero a su vez de los políticos, jurídicos y periodísticos, pese a que estas formas tengan también lugar, en ciertas circunstancias, en la formación superior.
Un trabajo científico, a diferencia de otros tipos de discursos, se ubica en una esfera específica de uso de la lengua, la científico-académica. Esto exige la adopción de un conjunto de reglas formales y temáticas precisas. En primer lugar, debe sostenerse sobre una estructura de exposición acorde a los modelos organizativos del género al que pertenece. Segundo, sus ideas han de seguir un orden de presentación, no temporal, sino lógico: los conceptos anidados en secuencia deben constituir silogismos, esto es, construcciones compuestas por series de enunciados (premisas) que derivan en otras de mayor relevancia (conclusiones). Tercero, debe asumirse una actitud cognitiva especial respecto de los fenómenos observados, que se expresa en una mirada sintética, atemporal y generalizadora. Cuarto, ha de aplicarse un modo de enunciación que indique un distanciamiento entre el narrador o enunciador (la entidad discursiva que habita en superficie textual) y el autor (la entidad material que escribe el texto). Quinto, las afirmaciones, informaciones y garantías deben ser explícitas y estar sustentadas en argumentos sólidos o en la referencia a trabajos de especialistas en el tema, considerados como tales porque han logrado legitimar su voz dentro de la comunidad académica.
Por debajo de estas reglas generales, como hemos dicho, cada tipo de trabajo se construye con arreglo a unas pautas específicas de exposición. Asimismo, sus restricciones son siempre sensibles a los requerimientos de la cátedra, disciplina o institución que enmarcan su presentación y a las costumbres académicas del país y del período histórico en que tiene lugar.
2. Trabajos teóricos y trabajos aplicados
A grandes rasgos, un trabajo científico puede perseguir dos finalidades distintas. Por un lado, un objetivo de tipo intelectual, fundado en la pretensión de conocer la génesis, los fundamentos, la estructura, las condiciones de existencia o el funcionamiento de un aspecto de la realidad, por la sola satisfacción teórica de conocerlos. Se habla, así, de investigaciones puras, teóricas o básicas, orientadas a resolver problemas de carácter cognoscitivo. Por otro, un propósito de tipo práctico, basado en la aspiración de mejorar el modo en que operan ciertos mecanismos observables en el mundo real. Se trata de las investigaciones aplicadas, empíricas o pragmáticas, destinadas a solucionar problemas de acción.
Estas dos finalidades dividen las aguas de la producción de conocimientos y se asocian a diversos tipos de trabajos: las monografías o ensayos, que suelen tener una aspiración teórica; las tesinas o tesis, que pueden ser puras o aplicadas, o una combinación de ambas; los trabajos de integración final, que suelen tomar una forma pragmática; los proyectos de investigación realizados por un investigador o un grupo de investigadores, que tienen una finalidad combinada; las investigaciones por encuesta, sean sociales o de mercadeo, que son de tipo empírico; entre muchos otros. A su vez, los trabajos pragmáticos pueden estar orientados al mundo de la empresa, en cuyo caso hablaremos de trabajos aplicados a los negocios, entre los cuales se pueden distinguir los planes de negocio, los planes de marketing y los planes de comunicación.
Con el objeto de presentar cada uno de estos tipos de trabajos, organizaremos este capítulo a partir de esta distinción, separando los teóricos de los aplicados, y a estos de los se aplican específicamente a los negocios. En cada caso, definiremos sus características, su estructura, lógica de argumentación y de exposición de ideas, procurando describir asimismo las etapas fundamentales que hacen a su organización textual. Más allá de sus diferencias, debe recordarse, con todo, que funcionan en un ámbito universitario común y respetan ciertas reglas generales en cuanto a sus procedimientos de investigación y de redacción, que estudiaremos en el Capítulo 3 y en el Capítulo 4, respectivamente.
3. Los géneros del discurso científico
Antes de comenzar con nuestra tipología, cabe una breve mención acerca de los géneros discursivos. Aquí, como en todo intento de tipificación, hay tantas clasificaciones como autores existentes. Entre otros, suelen distinguirse los trabajos descriptivos de los exploratorios, los correlacionales de los explicativos, los argumentativos de los verificativos, los expositivos de los informativos. En la práctica, estas categorías no son taxativas ni mutuamente excluyentes, sino que existen más bien casos mixtos y puntos de encuentro entre unas y otras.
Se supone, en principio, que cada género se reserva para sí unos mecanismos de elaboración que lo definen en su distinción con otros y que varían en función de aspectos morfológicos, sintácticos, léxicos, semánticos y retóricos. Por ejemplo: la relación planteada, más o menos estrecha, entre lo subjetivo (lo relativo al sujeto investigador) y lo objetivo (lo relativo al objeto investigado); el modo en que el enunciador se hace presente en la superficie del texto, sea como referente omnipresente o como narrador tangencialmente ausente; la adopción, asociada al punto anterior, de una determinada forma personal (primera persona del plural extradiegética o intradiegética, o primera persona del singular); la elección de un cierto modo gramatical (indicativo, subjuntivo, condicional, etc.); el tipo de relaciones lógicas (de determinación, de equivalencia, de asociación, de exclusión, de correlación, etc.) que se establecen entre las variables del objeto estudiado; el objetivo, por último, que persigue el trabajo como un todo, sea orientado a persuadir a un destinatario o a informarle acerca de un estado de cosas.
A los efectos ejecutivos de este libro, distinguiremos aquí dos grandes géneros del discurso científico-académico: el explicativo, por un lado, y el argumentativo, por el otro. La explicación de un fenómeno se concentra en exponer y describir sus elementos, a fin de que se hagan claros para una determinada audiencia, y en hallar una interpretación satisfactoria acerca de su composición y funcionamiento. Un trabajo del género explicativo, en este sentido, tiene como propósito explicar un estado de cosas, para lo cual define, previamente, una hipótesis explicativa o hipótesis interpretativa, que aporta una perspectiva metodológica para abordar el objeto observado. Al concentrarse en el objeto, la posición del narrador no se hace presente y debe buscarse, por ello, la objetividad enunciativa.
Un argumento, por el contrario, en la definición de Aristóteles, es un razonamiento encaminado a la persuasión y, en palabras de Santo Tomás, «lo que arguye el espíritu para el asentimiento de alguien». Un argumento sirve, a su vez, para poner a prueba una proposición o demostrar justificadamente una hipótesis. La búsqueda en un texto argumentativo, por consiguiente, se ciñe a razonar acerca de un aspecto del mundo y se propone, mediante la contrastación de alguna hipótesis correlacional o hipótesis causal, apuntar relaciones entre variables para conocer por qué se producen algunos de sus fenómenos. En tanto que se trata de convencer a un destinatario acerca de una postura, el enunciador debe hacer explícita su posición, debiendo defenderla y oponerla a otras presentadas como menos acertadas.
La diferencia entre un trabajo explicativo y uno argumentativo radica, pues, no solo en la función de cada género (explicar / razonar), sino en la explicitación, por parte del narrador, de su posición respecto del tema que se debate. Ha de tenerse en cuenta, no obstante, que en la práctica de la redacción no pueden sino elaborarse trabajos de género mixto que se alejan, en mayor o menor medida, de estos modelos arquetípicos.