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Tipos de trabajos académicos
A grandes rasgos, un trabajo científico puede perseguir dos finalidades distintas. Por un lado, un objetivo de tipo intelectual, fundado en la pretensión de conocer la génesis, los fundamentos, la estructura, las condiciones de existencia o el funcionamiento de un aspecto de la realidad, por la sola satisfacción teórica de conocerlos. Se habla, así, de investigaciones puras, teóricas o básicas, orientadas a resolver problemas de carácter cognoscitivo. Por otro, un propósito de tipo práctico, basado en la aspiración de mejorar el modo en que operan ciertos mecanismos observables en el mundo real. Se trata de las investigaciones aplicadas, empíricas o pragmáticas, destinadas a solucionar problemas de acción.
1. Trabajos teóricos
La monografía
La monografía es uno de los casos más claros del género explicativo. Es un trabajo teórico de prueba, a través del cual se busca demostrar un buen manejo de determinado tema, el uso de ciertas facultades, como las de resumir, confrontar, explicar o aclarar conceptos, y la habilidad de organizar datos a la luz de una hipótesis de trabajo. Se plantea, así, primeramente, un tema que requiere de esclarecimiento y explicación; se presenta, conforme a ello, un estado de la cuestión o estado del arte (lo que la comunidad académica ha escrito previamente al respecto) y se ofrece, en este proceso, una nueva forma de organización de los materiales. El sentido, entonces, radica en reformular el corpus de análisis a partir de una hipótesis explicativa o interpretativa, sin explicitar en superficie textual la postura a la que se suscribe. Este tipo de hipótesis no se pone necesariamente a prueba, sino que constituye una guía de lectura para ordenar la exposición.
Como en todo trabajo explicativo, el texto monográfico debe aspirar a la objetividad enunciativa, esto es, a colocarse del lado del objeto y a disolver, en consecuencia, al sujeto expositor. Ha de evitarse toda intervención explícita en el discurso que pueda hacer manifiesta la influencia que ejerce el enunciador sobre los temas tratados. Han de eliminarse, asimismo, las marcas que reenvían a la identidad del sujeto, a sus características como narrador y a sus preconceptos, a sus sesgos y modos de ver. El objeto expuesto y descrito por medio del discurso se presenta en un primer plano enunciativo, de modo que la presencia de un narrador debe poder reconstruirse únicamente a partir del recorte y la combinación de los fragmentos que tejen la trama del relato. Quien enuncia, pues, debe limitarse a asignar relevancias por medio de mecanismos metadiscursivos, como los conectores lógicos, o por la simple yuxtaposición motivada de enunciados. En una monografía perfecta, la presencia del narrador tiende a cero.
Este tipo de trabajo suele tratar un tema puntual que es abordado con profundidad y resulta de un arqueo bibliográfico de la literatura disponible. En este sentido, es fundamental la correcta organización de los temas expuestos, la adecuada documentación y referencia de los orígenes de la información, y la elaboración de un índice ordenado y justificado de exposición. Se excluyen en su propuesta las fuentes primarias o fuentes de primer orden, basadas en la observación directa o en la experimentación, hecho que ubica a la monografía dentro de los trabajos puros o básicos.
La extensión y complejidad de un texto monográfico, medidas en cantidad de páginas, capítulos y apartados, pueden variar sustancialmente en función del tema tratado y de la institución que enmarca su presentación. Por lo común, no obstante, tienden a implicar un esfuerzo moderado en relación con el que insume una tesina, una tesis o un proyecto de investigación. Las monografías suelen ser instancias preparatorias de los primeros años de la educación de grado. Se reconoce su utilidad para la formación inicial del estudiante, que debe enfrentarse por primera vez ante un conjunto caótico que requiere de ordenación.
El ensayo
El ensayo es un texto argumentativo por excelencia. Como tal, tiene por objeto hacer explícita una determinada postura con respecto a un tema en particular. Para ello, se debe justificar que se trata de un tema de interés académico, susceptible de ser analizado desde diversas posiciones conceptuales; se asume, así, por contrato de lectura, que el enunciador (versión discursiva del autor) intentará persuadir al enunciatario (versión discursiva del lector) acerca de cuál es la postura más razonable.
El ensayo es, entonces, una instancia de reflexión, por lo común poco estructurada y sin reglas precisas, en la que se proponen dos o más lecturas posibles a partir de una misma situación o fenómeno. El narrador debe recurrir a sus habilidades discursivas para presentar el objeto primero y las posturas asociadas a éste después, en aras de llevar al enunciatario por un camino argumental que demostrará la fortaleza de una perspectiva y la debilidad de las otras. A la postre, el enunciador terminará haciendo explícita su posición, sea a través de la declaración manifiesta de su parecer o mediante mecanismos retóricos más elaborados. La calidad de su exposición podrá medirse en tanto haya logrado persuadir a un enunciatario a pensar lo mismo o a reconocer que su postura guarda una cierta lógica más allá de toda duda razonable.
La posición enunciativa en un ensayo se refleja en el uso recomendable de la primera persona del plural intradiegética (‘nosotros’ inclusivo) o extradiegética (‘nosotros’ exclusivo), o de la voz impersonal (‘se’), que pueden usarse de forma combinada, y en el uso menos recomendado de la primera persona del singular (‘yo’) que, aunque no vedado, está desacreditado en el entorno académico. El abuso del ‘yo’ puede dar lugar a un tono biográfico o psicológico enunciado a través de expresiones como ‘por lo que a mí respecta’ o ‘llamó mi atención’, que aproximan emocionalmente el narrador al autor.
Es importante tener en cuenta, a este respecto, que la fuerza de las afirmaciones en un trabajo ensayístico no resulta de la efusividad, emotividad o entusiasmo personal con que se expresan, sino del fundamento empírico, lógico o consensual en que se sustentan. Pese a su aparente libertad formal, un ensayo presentado en un marco universitario ha de inscribirse en el género científico al que pertenece y debe seguir, por lo tanto, las reglas asociadas a su tipología general de trabajos.
La tesina o la tesis
Una tesis, que toma y combina aspectos metodológicos de ambos géneros (la explicación y la argumentación), es un trabajo individual de especial extensión a través del cual se aspira a un cierto grado académico. Tiene como objetivo hacer explícitas las habilidades de investigación del graduando en el campo disciplinar en que se titula. Constituye, asimismo, una instancia de aprendizaje, orientada a desarrollar la destreza crítica y a profundizar el entendimiento y las aptitudes metodológicas necesarias para el estudio de una materia del conocimiento. Generalmente, tras finalizar su trabajo, el tesista no solo alcanza un nuevo grado académico, sino que logra, además, dar un salto cualitativo en su capacidad de reflexión teórica.
Una tesis se expresa por medio de la formulación de una hipótesis central que debe contrastarse por medio de un desarrollo interpretativo, explicativo o argumental. De modo previo, se define un área temática, se especifica dentro de ella un objeto de estudio, se encuentra un problema asociado a dicho objeto, expresado a través de una pregunta de investigación, y se propone, seguidamente, una respuesta a dicha pregunta, que constituye la hipótesis de trabajo, siempre enmarcada en un marco teórico definido. Conforme a estos primeros pasos, se plantean unos objetivos generales y unos objetivos específicos, que trazan los caminos que serán recorridos, con arreglo a una metodología, a lo largo del texto. El sentido final del trabajo consistirá, entonces, en poner a prueba la hipótesis planteada y en hacer derivar de su contrastación unas conclusiones que, bien formuladas, abrirán nuevos caminos de investigación.
Normalmente, la voz tesis se usa para trabajos de posgrado (maestrías y doctorados) y se reserva el término tesina para los trabajos de grado (licenciaturas). Una tesina de grado, que suele tener entre 80 y 150 páginas, tiene aspiraciones menores que una tesis de maestría, que oscila entre las 100 y las 300, o una de doctorado, que ronda las 500.
En una tesis de licenciatura, se asume que el investigador tiene un manejo reducido de su campo disciplinar y de los métodos disponibles para su exploración; por consiguiente, se espera que su trabajo tenga limitaciones inherentes. Existen diversas estrategias para la realización de una tesina: reconocer un cuerpo de datos que no se inscriben, pero que deberían hacerlo, en una teoría dada por válida universalmente; desarrollar una variante teórica particular de una teoría más general; examinar un objeto nuevo con herramientas establecidas por otros autores; poner a prueba unos postulados no testeados de un marco teórico avalado; desarrollar una perspectiva alternativa acerca de un fenómeno a partir de la combinación de posturas teóricas legitimadas. En todos los casos, se trata de que el graduando utilice herramientas de análisis desarrolladas por otros autores con el fin de examinar un objeto acotado de su campo disciplinar. De ahí que, comúnmente, las tesinas sean más bien trabajos teórico-pragmáticos, en tanto se limitan a aplicar un constructo teórico desarrollado por terceros al estudio de un fenómeno nuevo y relevante.
El comité evaluador de un trabajo de tesina, por estos motivos, no suele ser excesivamente estricto en cuanto a la exigencia de una originalidad teórico-metodológica. Un tesista de grado no propone, por lo general, una nueva teoría acerca del mundo. Primero, porque se admite que una carrera de cuatro o cinco años de extensión no es suficiente para el desarrollo de tales aptitudes; segundo, porque se asume que, aunque lograse desarrollar una perspectiva teórica original, no cuenta con la capacidad metodológica suficiente para demostrar su validez; tercero, porque existe un cierto preconcepto acerca de la modestia que debe demostrar un estudiante de grado, en tanto que proponer una nueva perspectiva implicaría suponer, entre otras cosas, que el comité que evalúa su trabajo, experto en la rama de conocimiento sobre la que se diserta, no cuenta con semejante capacidad de elaboración; en fin, asociado a esto último, porque el jurado evaluador, sin dudas más preparado que quien defiende la tesis, no tardará en encontrar puntos oscuros, referencias insuficientes y omisiones imperdonables que echarán por la borda todo el esfuerzo realizado.
Por el contrario, una tesis de posgrado, en particular una doctoral, es un trabajo de mayor rigor académico, que debe poder aportar conocimientos genuinamente nuevos. Se espera que el maestrando o doctorando sea capaz de elaborar, a través de un constructo teórico original, una perspectiva diferente acerca de un área particular del pensamiento. Desde el punto de vista metodológico, una tesis de posgrado tiene que respetar una estructura meticulosa orientada a sustentar la validez de las posturas teóricas presentadas. Los conceptos que conforman su marco teórico deben estar respaldados por medio de estrategias de demostración aceptadas por la comunidad científica, es decir, fundados en fuentes de legitimación claramente explicitadas.
Un doctorando es un estudiante avanzado que ha dedicado muchos años a su formación académica y que se propone a sí mismo, por medio de su trabajo de tesis, como futuro investigador en una rama del conocimiento. Se espera, por consiguiente, que su propuesta, que suele implicar entre dos y cinco años de elaboración, cumpla con los requisitos formales de un trabajo de investigación propiamente dicho. La calidad de una tesis de doctorado se mide, así, en función de la originalidad de su propuesta teórica y de la rigurosidad de su aparato metodológico.
El punto final del desarrollo de una tesis, en cualquier nivel de graduación, consiste en su defensa oral ante un comité evaluador. El tesista debe exponer los aspectos más importantes en una disertación de no más de 40 o 60 minutos. Esta instancia, además de funcionar como mecanismo de control –permite confirmar que quien defiende el trabajo efectivamente lo hizo–, se plantea como una oportunidad para que el jurado presente objeciones y formule las preguntas necesarias sobre aquellos puntos que permanecen oscuros. A su vez, es una circunstancia para que el tesista demuestre sus capacidades de oratoria y de persuasión, que complementan sus habilidades de redacción y lo consolidan como un aspirante completo.
El artículo científico o paper
Un artículo científico, también conocido con la voz inglesa paper, es un trabajo breve destinado a la publicación en revistas académicas. Como tal, debe seguir reglas meticulosas de elaboración, que varían según su marco regulatorio. El texto, conciso y puntual, tiene que presentar una expresión clara y sintética. Asimismo, debe hacerse un uso estricto de las citas y referencias a otros autores, debiendo ajustarse su sistema de notación a los criterios de cada publicación. Por lo común, un paper es una síntesis de un trabajo de investigación teórico-pragmático más importante y sirve, como tal, de instancia resumida de un discurso mayor, que puede ser consultado si se encontrara en ella un interés suficiente.
Las publicaciones académicas que regulan la circulación de papers se dividen en dos grandes grupos: las revistas sin referato y las revistas con referato. Las primeras son publicaciones menos especializadas que no gozan de un rigor académico especial y que no exigen en sus contribuciones un método preciso. Las segundas, por el contrario, suelen contar con la revisión de pares (docentes o investigadores), que consideran los trabajos de forma previa a su publicación y que velan por la calidad de las piezas divulgadas. Académicamente, ofrece mayor reconocimiento la publicación en una revista con referato.
Un artículo puede derivar también en una ponencia: un trabajo presentado en un seminario o congreso académico, que puede también tener o no referato. Las ponencias están preparadas para su lectura y exposición orales. De ahí que sus criterios de redacción sean menos rigurosos y estén orientados a facilitar su recepción por parte de un auditorio. Se trata de trabajos breves, a veces extractos de artículos más largos, que se expresan por medio del discurso directo y se comunican con la ayuda de apoyos audiovisuales.
2. Trabajos aplicados
El proyecto y el informe de investigación
Una investigación es un trabajo teórico-aplicado que resulta del largo esfuerzo intelectual de uno o muchos investigadores. En la mayoría de los casos, el ejercicio como un todo es velado por una entidad científica que en ocasiones invierte una suma de dinero para su ejecución o asigna un reconocimiento académico a sus resultados. En tanto, antes de comenzar con la actividad, el grupo de investigadores debe presentar un documento en el que se detallen las líneas fundamentales que se llevarán a cabo y en el que se justifique, criteriosamente, el retorno académico que se obtendrá de dicha inversión. Este documento es, propiamente, el proyecto de investigación a través del cual se expresan los antecedentes y objetivos principales de una tarea futura de investigación.
Una vez aprobado el proyecto, se da inicio al trabajo. En su ejecución, han de tenerse en cuenta los procedimientos utilizados en cada etapa, debiendo ser documentados sus principales resultados y metodologías. El ente académico que regula el proceso podrá solicitar cada cierto período un resumen de avance, que constituye el informe de investigación. El informe puede ser parcial –hace referencia a una de las fases del proyecto- o final –abarca el esfuerzo completo–. En este sentido, el informe de investigación es un documento que reenvía siempre a una etapa de indagación ya realizada.
Tanto un proyecto como un informe de investigación tienden a seguir una estructura definida, que varía siempre con arreglo a las exigencias de la entidad que enmarca su presentación. En esencia, suelen proponer, en diverso orden: un objeto de estudio, una pregunta general de investigación y unas preguntas específicas, un marco teórico definido por la formulación de una o varias hipótesis, unos objetivos generales y unos específicos, un estado de la cuestión, un diseño metodológico, una fundamentación, una propuesta de procesamiento y análisis de la información, y unos resultados o conclusiones finales. En el proyecto o informe de investigación, se presenta, además, un cronograma de trabajo que detalla el orden cronológico en que serán o fueron ejecutadas estas etapas fundamentales.
Dada su naturaleza particular, nos dedicaremos in extenso en el Capítulo 3 al proceso de la investigación y a la construcción de su proyecto e informe. Estos aspectos aplican, asimismo, a las tesinas o a las tesis y, más generalmente, a todo trabajo de tipo científico, de modo que su profundización podrá ser útil en un sentido más amplio.
La investigación por encuestas
La investigación por encuestas es una modalidad especial de un trabajo de investigación, que se orienta a obtener conocimientos a partir del análisis de fuentes primarias de información. Como tal, es esencialmente pragmática o aplicada: su valor reside en el tratamiento de los datos obtenidos por medio de la consulta directa a individuos o a las unidades de análisis que componen el universo sometido a estudio. El abordaje del corpus se realiza a través de un trabajo de campo que implica la participación de encuestadores o codificadores en diversas situaciones de entrevista.
Las investigaciones por encuestas pueden ser sociales, orientadas a conocer la percepción que existe en una población sobre un aspecto cultural, económico o político, de mercadeo, destinadas a detectar necesidades, expectativas y modos de apreciación de la imagen institucional de una empresa, marca o producto, o de comunicación, encaminadas a conocer cómo son apropiadas, en sus condiciones de reconocimiento, las pautas publicitarias o piezas comunicativas que circulan por el sistema de medios.
En todos los casos, su abordaje tiene un carácter cuantitativo, en tanto que se trata de construir, a partir de la información recabada, bases de datos analizables por aproximaciones estadísticas. Por lo general, suelen combinarse con técnicas cualitativas, como los focus groups, grupos focales o grupos de discusión, y las entrevistas etnográficas o entrevistas en profundidad,[16] que aportan datos adicionales y complementarios. Las investigaciones de talante mixto (cuali-cuantitativo), en este sentido, proponen soluciones más completas y representativas de la población de estudio.
Ahora bien, una investigación por encuestas se compone de un listado de acciones que debe llevarse a cabo de forma ordenada. El objetivo de esta ordenación es que los resultados obtenidos a partir del análisis de una muestra (un pequeño conjunto de individuos) puedan extenderse al universo poblacional (el total de individuos a los que aplica el estudio).[17] Muchas de estas acciones son comunes a otros tipos de investigación, y en ellas nos detendremos en el Capítulo 3; con todo, algunas otras son exclusivas de las investigaciones por encuestas y creemos necesaria su breve referencia en este apartado. En el capítulo dedicado a la investigación científica, sin embargo, profundizaremos en cada una de ellas.
De modo sintético, podemos enumerar los siguientes pasos generales, comunes a todo estudio por encuestas (se supone, en este punto, que se delimitó el objeto de estudio, se formuló la pregunta de investigación, se elaboraron unas hipótesis de trabajo y se definieron unos objetivos generales y específicos):
i. Diseño del cuestionario, que consiste en diagramar la ficha o formulario que será utilizado para de recolección de los datos. Deben definirse, previamente, las dimensiones, las variables, las categorías y sus indicadores, que conforman el sistema de categorías y que se expresan en la forma de preguntas y respuestas en el cuestionario;
ii. Definición del universo poblacional, que se identifica con la tarea de delimitar y clasificar la población que será sometida a estudio;
iii. Diseño muestral, que implica, primero, definir el tipo de muestreo que será operado para la extracción de la muestra (probabilístico o no probabilístico) y, segundo, fijar el tamaño que deberá tener la muestra seleccionada para asegurar la representatividad;
iv. Planeamiento y coordinación del trabajo de campo, que se orienta a la capacitación de los encuestadores, la distribución geográfica y temporal de las entrevistas, la selección de los individuos que compondrán la muestra, la recolección de los datos y el ordenamiento y almacenamiento de los cuestionarios completados;
v. Codificación de las preguntas del cuestionario, que se realiza por medio de una herramienta de gestión de datos, por lo común, un software estadístico. Se opera una conversión de las preguntas en forma de variables y de sus respuestas en forma de valores. Se construye en esta etapa la estructura de la base de datos, con sus tablas y restricciones, en la cual se verterá la información recabada;
vi. Recolección de los datos, que supone el abordaje de la muestra y la realización de encuestas por medio de las fichas de codificación;
vii. Carga y data entry, que conlleva una tarea de tabular e integrar los datos disponibles en los formularios completos a la planilla construida durante la etapa de codificación;
viii. Procesamiento y análisis estadístico, que implica, primero, la descripción de cada variable de forma individual (estadística descriptiva) y, segundo, la búsqueda de relaciones estadísticamente significativas entre grupos de variables (estadística inferencial). A su vez, deben confeccionarse los cuadros y gráficos de visualización de resultados.
La etapa final de una investigación por encuestas consiste en la redacción del informe: un documento formal presentado ante una audiencia, jurado o tribunal, que describe los procesos y resultados principales que se obtuvieron con la investigación. En el informe, deben elaborarse unas conclusiones finales, a modo de reflexión general acerca de los resultados obtenidos, que puede incluir la propuesta de nuevas ramas de investigación que nacen a partir de ellos. Por último, el informe puede complementarse con el desarrollo de una presentación visual sintética que reseñe los puntos fundamentales y sirva para presentar el trabajo, en unos pocos minutos, a una audiencia interesada en lo más relevante y ejecutivo.
El trabajo integrador final
El trabajo integrador final (TIF), trabajo final de integración (TFI) o, más simplemente, trabajo de grado o trabajo final, funciona del mismo modo que una tesina, en tanto que su presentación y defensa otorga una titulación de grado. La voz TIF hace referencia a trabajos menos rigurosos que las tesinas, de extensión más moderada (entre 40 y 80 páginas) y de estructura y formato relativamente más libres.
Un trabajo integrador, como su nombre lo indica, se orienta a demostrar capacidades de integración. Se busca desarrollar una capacidad de organización y de sistematización del conocimiento obtenido durante la licenciatura, haciendo hincapié en la necesidad de integrar las especificidades de la disciplina. En tal sentido, se impone como instancia obligatoria para la obtención del título, pues se considera que sirve para profundizar habilidades de investigación y para demostrar aptitudes en el estudio de temáticas académicas o profesionales. Lo mismo que en otros esfuerzos de marcada extensión, al TIF le antecede un proyecto que debe enmarcarse dentro de los estándares del discurso académico y de los requerimientos de cada marco institucional. Como tal, el proyecto deberá ser evaluado por un tribunal examinador de forma previa al inicio del trabajo completo.
El TIF puede ser realizado por uno o varios estudiantes, por lo común en grupos de no más de dos personas, aunque esto depende de cada universidad. Solo pueden comenzar un trabajo de integración aquellos estudiantes que hayan aprobado la mayor parte de las asignaturas correspondientes a su plan de estudios y que se encuentren en el último año de su carrera. Su elaboración tiene lugar en un seminario de trabajo final, que toma la forma de una materia regular con modalidad anual.
Al ser un trabajo de carácter fundamentalmente pragmático o aplicado, en sus páginas, el estudiante suele presentar casos de estudio y ejemplos concretos tomados del mundo real, en particular del área profesional o académica en que se gradúa. Por ejemplo, un TIF para una licenciatura en publicidad presentará el análisis de pautas publicitarias o propondrá una campaña original para la promoción de una determinada marca. Asimismo, en una carrera asociada al diseño multimedial, es probable que se permita la presentación de un producto audiovisual, por ejemplo, un documental o una producción ficcional.
El TIF tiene una arquitectura abierta que varía en función del área en que se enmarca. Con todo, sea cual fuere su formato y soporte, todo trabajo final debe seguir unas pautas formales definidas a partir de los paradigmas del método científico. Estas reglas confieren de una estructura común a todos los trabajos de este tipo y se cumplen en casi todas las universidades donde se practican: se plantean unos objetivos generales y unos específicos, se definen los alcances y las limitaciones de la propuesta, se presentan los fundamentos teóricos sobre los que descansa el trabajo (no necesariamente debe formularse un estado del arte exhaustivo), se especifica la metodología que será utilizada para su abordaje (puede ser cualitativa, cuantitativa o mixta), se realiza el desarrollo estructurado del trabajo a través de un cuerpo principal (que puede consistir en un formato distinto del propiamente escrito), se derivan unas conclusiones finales del estudio y se presenta, por último, un anexo o apéndice de datos relevantes y un listado bibliográfico (hemerográfico y/o filmográfico) de las fuentes revisadas.
En un TIF se suele omitir la formulación de una pregunta de investigación y de una respuesta en forma de hipótesis. Si bien existen casos en que se pueden plantear, un trabajo final se orienta más bien a cumplir unos objetivos de actuación sobre determinado objeto o área académico-profesional. Existen, en este sentido, muchos modelos de exposición que varían en función de la naturaleza de los objetivos que se proponen cumplir. Algunos de estos modelos tienden a presentarse como planes de marketing, planes de negocio o planes de comunicación. A ellos se dedicará el próximo capítulo, destinado a los trabajos aplicados a los negocios. En todos los casos, como veremos, se trata de demostrar la capacidad de aplicar conocimientos teórico-técnicos a un caso de estudio tomado del mundo real.
Lo mismo que las tesinas, los trabajos finales concluyen con una defensa oral ante un comité examinador que evaluará el trabajo como un todo, hará las anotaciones y comentarios necesarios para su valoración, y comprobará a un tiempo las habilidades retóricas del estudiante. El seminario de trabajo final se aprobará, de este modo, con la presentación y defensa exitosa del TIF. Si no fuera entregado en ese plazo, el estudiante tendrá, por lo general, un plazo de hasta dos años para hacerlo a fin de no perder su condición de alumno regular o la posibilidad de graduarse.